Una vez más nos encontramos a las puertas de unas elecciones generales para elegir a los que van a gobernar el país durante los próximos 4 años. Se suele decir que es "la fiesta de la democracia", aunque tal y como estamos de fiesta tiene más bien poco.
En esta ocasión parece que hemos cogido la máquina del tiempo y nos hemos remontado a 1996. ¿Se acuerdan? Un país en crisis, en ruina, con el PSOE en el gobierno, altísima tasa de desempleo, trapos sucios (antes GAL y Filesa, ahora Faisán y Pepiño) y con la población muy harta de la clase política.
La campaña electoral está siendo frenética pero con características bien diferenciadas. Por un lado el partido que actualmente ostenta el poder, el PSOE, haciendo una campaña populista, hablando más del programa del vecino que del suyo propio, renegando del pasado haciendo creer a la ciudadanía que son idiotas y desmemoriados y, por supuesto, rescatando viejas glorias paleolíticas intentando amedrentar a los indecisos, infundándoles miedo ante la derecha.
Por otro lado está el PP, favorito en las encuestas. Casi se podría decir que va a ganar por demérito, pero no sería del todo justo. Está centrando la campaña en lo que realmente preocupa a los españoles: el empleo, la economía, el estado del bienestar. Básicamente lo que el PSOE destruyó en 7 años de nefasta gestión política y que va a costar mucho esfuerzo y trabajo recuperar.
Conviene recordar, a estas alturas de la película, lo grave de la situación. Venimos de un gobierno que congeló las pensiones, redujo un 5% el sueldo de los funcionarios, eliminó ayudas sociales: cheque bebé, prestación por desempleo, ayudas a compras de casas y automóviles; alcanzó casi los 5.000.000 de parados, 21% de desempleo, 1.750.000 familias con todos sus miembros en el paro, negoció activamente con ETA, permitió a sus esbirros concurrir y ganar unas elecciones municipales, nos situó en la cola de Europa a nivel de Grecia o Portugal... etc, etc, etc y todavía se permiten el lujo de pedir el voto porque "son capaces de dar la vuelta a la situación"
En base a todo lo expuesto todavía hay gente que les sigue votando. ¿Causas? Las desconozco. ¿Propósitos? Los ignoro. Yo, particularmente, no garantizo que todo se vaya a arreglar en 4 años con un gobierno conservador (el destrozo es tal que harán falta bastantes más años). Pero lo que si garantizo es que este país necesita un cambio. Un cambio político. Un cambio de gobierno. Un cambio de perspectiva política.
Ha quedado bastante patente que el PSOE es incapaz de gobernar. Las dos peores crisis que se han producido en este país en democracia han sido en 1995 (Felipe González) y 2008 (Zapatero). Cierto es que ésta última viene de fuera, concretamente de EE.UU. Pero la desgana, la incapacidad y la dejadez han hecho que en nuestro país la crisis haya afectado el doble. Si esto es global, como dicen todos, ¿por qué a Alemania y Francia (por poner dos ejemplos) no les ha dado tan de lleno como a nosotros? Porque ellos han visto venir la crisis, no la han negado, no la han infravalorado y tomaron medidas en su momento y forma.
Cada cuál es libre de ejercer su derecho como le venga en gana, sus razones tendrá, pero antes de votar a unas siglas hay que poner todo el asunto encima de la mesa. Votar para evitar que ganen otros es una forma de votar, como otra cualquiera, pero deja mucho que desear en tanto a los principios y valores que cada uno tenga.
Salga quien salga el 20-N, qué Dios nos coja confesados, porque lo de Moisés en el desierto va a quedar en broma comparado con lo nuestro.